quarta-feira, 12 de setembro de 2012





Guarani.(Liana utinguassu)Este vídeo  selecionamos  do You Tube(apenas  para  elucidar  um pouco mais  sobre  os debates  que  constam  disponíveis  "em alguns videos).DESTACAMOS  QUE EM ARGENTINA  REUNEM-SE  DIFERENTES  ETNIAS: Mapuches, Qom,Wichi, Diaguitas, Guarani, Comechingones...Nosso intuito  é  sempre  de  gerar  Visibilidade, Unirmo-nos em Solidariedade, buscando  encaminhamentos   dentro dos acessos que  dispomos, seja  em Redes  Sociais, seja   junto ás Organizações e por  Sermos também  Iñdigenas.
Etnia Guarani(Liana Utinguassu)

Argentina: ¿Qué está pasando con los Pueblos Originarios?
Enviado por ewituri el Lun, 09/10/2012 - 21:06.
(Por Dra. Diana Lenton)1
Recibido de Carlos Graneri, 8 de septiembre.- Diariamente recibimos noticias de reclamos y conflictos relacionados con los Pueblos Originarios en todo el país. Los más generalizados son los que tienen relación con la propiedad o el manejo de la tierra y sus recursos.

Diariamente también nos enteramos de la represión, generalmente violenta, con que se quiere acallar estos reclamos –que ya ha costado muertos y heridos, uno de los más recientes el asesinato de Chocobar en Chuschagasta, Tucumán, el pasado 12 de octubre-.

Y cotidianamente también, de la protesta que algunos políticos, comunicadores o simples ciudadanos lanzan contra los argumentos de las comunidades y organizaciones indígenas.

Es decir, la protesta contra la protesta, que generalmente se hace en nombre de un supuesto conocimiento “experto” que en la mayoría de los casos no es tal, y que parece lógico sólo en función de un conjunto de errores y falacias con los que la escuela nos ha educado muy mal, acompañada por la historiografía y la etnología clásica y los mismos medios de difusión, que han tenido su cuota de responsabilidad.

Ante todo esto, en mi carácter de investigadora de estas cuestiones, y con el sincero objetivo de contribuir a esclarecer algunos puntos y especialmente apaciguar temores infundados, me dirijo a los lectores de este diario con lo que espero que constituya un aporte. La explosión de conflictos en todo el país en relación al uso y posesión de la tierra que reclaman los pueblos originarios tiene varios orígenes.

Uno inmediato, que es la agresividad de la expansión de la frontera forestal y agrícola, a partir del uso de tecnologías transgénicas que permite cultivar para el mercado en tierras que antes no eran utilizadas, sino para la subsistencia, o para otras clases de producción. El llamado “modelo sojero” es el mejor ejemplo, aunque no el único.

De la misma manera, la expansión de la explotación minera e hidrocarburífera, que al igual que la soja y el monocultivo forestal, implica grandes perjuicios para las poblaciones a las que les toca vivir en las cercanías, produce el aumento de estos conflictos territoriales.

El avance de la explotación turística, que combina su faz de extrema amabilidad hacia el visitante con una cara muy diferente para el habitante local, complementa este factor que es responsable en gran medida de los problemas que hoy atraviesan no sólo los

Pueblos Originarios sino también grupos campesinos no indígenas, que ven seriamente amenazada su subsistencia, y, aunque no parece haber gran conciencia de ello, también los habitantes de las ciudades en tanto y en cuanto se modifica el espacio y el ambiente habitual.

El origen mediato de la problemática, en cambio, remite al que puede considerarse como el “pecado original” de la República Argentina, que es la construcción de un orden legal que no sólo desconoció a los pueblos indígenas con los que esa sociedad republicana en ciernes convivía, sino que se constituyó a partir de la desaparición, la muerte y la miseria de aquellos.

No son otra cosa las llamadas Campañas al Desierto, Campañas al Chaco, Campañas de los Andes y otras, que se extendieron por cien años, desde el gobierno de Martín Rodríguez en Buenos Aires, hasta el de Roque Sáenz Peña en el nivel nacional.

El detalle de las diferencias entre esta clase de avanzada territorial y otras políticas previas y simultáneas requeriría un espacio que no pretendo apropiar, pero es necesario dejar en claro que al menos hasta 1870, los encuentros violentos eran matizados con una gran cantidad de intercambios comerciales, sociales y políticos pacíficos a lo largo de toda la frontera interior.

Y que fue el estado argentino en formación el que decidió, coincidiendo con un cambio ideológico feroz al interior de la elite ilustrada, borrar unilateralmente con el codo la experiencia de conocimiento y trato mutuo, los acuerdos que se habían firmado con las naciones indias, y las prioridades que su gobierno se daba para llegar a ser una “sociedad civilizada”.

A partir de allí, todo cambiaría, y los sobrevivientes y descendientes de aquellos pueblos autónomos conocieron la esclavitud, la trata de blancas, los fusilamientos masivos, las torturas (entre muchos otros procedimientos que habían sido prohibidos por la Asamblea de 1813 y por la Constitución de 1853, y que como denunciaban pública y cotidianamente la prensa, la Iglesia y el Congreso Nacional, fueron “resucitados” para los indígenas).

Y especialmente la expropiación de sus territorios. Cualquier persona puede acercarse a los archivos y verificar esto; los documentos no son difíciles de hallar.

Sin embargo, el trabajo eficaz de una serie de intelectuales orgánicos, secundados por décadas de educación oficial, se encargó de tergiversar los conceptos para llegar a un esquema de pensamiento bastante común, que consiste en ignorar estos hechos o en juzgarlos como un “mal menor” frente al “peligro” representado por los indígenas.

¿Son originarios los mapuches? La situación de los mapuches no es diferente a la de los otros Pueblos Originarios del territorio que hoy es argentino. Sin embargo, me interesa encararla un poco más centralmente debido a la región particular en la que este Diario tiene mayor influencia.

En el conjunto de los Pueblos Originarios que hoy habitan el territorio argentino, los mapuches sufren, al igual que otros pueblos, la agresión y la prepotencia de empresas y particulares que aprovechan la vulnerabilidad que provoca el vacío legal para hacer con sus vecinos originarios lo que tal vez no harían con otros vecinos.

Sin embargo, se da una situación especial en relación a la imagen que muchos argentinos se forman acerca de la relación entre los mapuches y la argentinidad.

El último Censo Nacional de Población realizado en 2001, a través de la Encuesta Complementaria de Población Indígena (ECPI)(2), permite verificar que un 3,7 % de las personas mapuches censadas en el país han nacido fuera del territorio argentino, mientras que un 96,3% de los mapuche son considerados argentinos por haber nacido dentro de las fronteras de la Argentina.

El 89 % de los mapuches, además, ha nacido en la misma provincia en la que fueron censados. Esto nos dice que a pesar de que muchas personas -algunas de buena fe y otras no-, argumentan que los mapuche son “esencialmente” chilenos, la realidad es otra muy diferente: el 96 % de ellos no es chileno, y más aun, casi todos viven y permanecen en el pago donde han nacido.

Estos porcentajes de “natividad” son mayores que los de otros pueblos, según la misma ECPI. Sin embargo, mientras no es común que se crea que se puede ser Qom (mal llamados tobas) o Wichi (mal llamados matacos) y no ser argentinos, en la misma proporción muchos compatriotas sostendrían que la condición de mapuche implica automáticamente la de chileno, es decir, extranjero.

¿A qué se debe este error? Antes que nada debemos advertir que desde el punto de vista de la ciencia antropológica más rigurosa, es un sinsentido pretender hacer coincidir variables de pertenencia étnica y de nacionalidad en sentido moderno, dado que son conceptos colectivos de diferente tipo, que no se afirman ni se niegan mutuamente.

En otras palabras, ser mapuche no contradice ni impide el ser argentino o el ser chileno, como tampoco lo obliga, ya que son pertenencias de distinto orden. Por otra parte, desde el punto de vista histórico, pensar que ser mapuche es ser chileno es un anacronismo, es decir un grave error científico, dado que los sentidos de pertenencia indígena se remontan a una antigüedad mayor a la del trazado de las fronteras internacionales.

Esto es, los individuos que hoy son considerados chilenos o argentinos según hayan nacido más allá ó más acá de la Cordillera, tienen como familia un origen enraizado en alguna de las pertenencias antiguas (pehuenche, guluche, puelche, huilliche, moluche, picunche, waizufche, chaziche, lafkenche, furilofche, wenteche, nagche, mahuidache, etc.).

Que hoy componen en conjunto la ancestralidad mapuche y que antes de la consolidación de las fronteras estatales eran soberanas en un territorio compartido bajo sus propias reglas. Ningún investigador que trabaje con fuentes antiguas puede negar la presencia de estas pertenencias en el territorio pampeano y patagónico desde varios siglos atrás.

No hay dudas de la preexistencia al Estado nacional, por ejemplo, de los pehuenche o de los huilliche, nombrados en infinidad de documentos virreinales, crónicas de viajeros, etc., desde tiempos coloniales.

Más aun, como demuestra la historiadora Florencia Roulet, fue la presencia ancestral de los Pehuenches en lo que hoy son las provincias cuyanas y el Neuquén lo que decidió la pertenencia de esta región a la égida del Río de la Plata y no de Chile, en el siglo XVIII, ya que los mismos tenían mayores relaciones económicas y políticas con Buenos Aires que con Santiago (3).

Y sin embargo, cuando hoy los dirigentes agrupados en los Consejos Zonales Pehuenche o Huilliche, que a veces hasta portan los mismos apellidos que esos antiguos habitantes, toman la palabra, nunca falta el que pone en duda su derecho al reclamo con el argumento de que son “extranjeros”.

El panorama etnohistórico de Pampa y Patagonia es muy complejo, y no puede reducirse al esquema binario mapuches (o araucanos) / tehuelches (o gününa kena, o aoniken, etc.) con el que ciertos “expertos” simplificaron la cuestión para consumo popular.

A la alta movilidad de las sociedades prehispánicas y a su modalidad particular de uso compartido del territorio, no siempre bien comprendida, debe agregarse una larga historia de variaciones en los etnónimos –es decir en los nombres que los grupos se dan a sí mismos, o los que otros les dan. Las variaciones a través del tiempo en los nombres de los pueblos no necesariamente significan cambios en su identidad.

En todo caso, son índice de nuevas formas de relacionarse con los otros grupos, resultado del contexto histórico concreto. Por ejemplo, es obvio que para 1810 no existía una sociedad que se presentara a sí misma con el nombre de “República Argentina”, aun cuando en 1602 Del Barco

Centenera había publicado su poema “La Argentina” para referirse a la región que se extendía entre el Río de la Plata (que llamó “Argentino”), y el Pacífico. A comienzos del siglo XIX lo “argentino” se reducía a la Ciudad de Buenos Aires. Los patriotas de mayo lucharon en nombre de las Provincias Unidas del Río de la Plata y declararon la Independencia en nombre de las Provincias Unidas de Sud América, no de la Argentina.

Y sin embargo, para 2010 nos preparamos a celebrar el Bicentenario del “nacimiento de la patria”, sin poner en duda que el cambio de denominación no impide que nos reconozcamos como herederos de aquéllos. Más aún, aquellas Provincias Unidas ni siquiera estaban constituidas por todos los pueblos (hoy provincias) que siguiendo a diferentes caudillos, sucesivamente se aliaban o se enfrentaban.

En la firma de la Constitución de 1853 no participaron los distritos más poblados de la actual República. Y sin embargo, a la hora del festejo no hilamos tan fino como para destacar quién “era parte” y quién no lo era, de aquellos acuerdos que permitieron la evolución social y política hacia lo que hoy somos.

El nombre “Argentina”, derivado de la lectura poética de un español acerca de la lucha colonial, no es inmemorial ni esencial sino contingente, como todos los etnónimos, y ello no afecta ni la “identidad” ni el sentimiento nacional.

En efecto, una de las premisas básicas del conocimiento etnológico es la de que las identidades viven en proceso de cambio, con nuevas agregaciones y desagregaciones que cambian sus ejes de alineación, y que las identidades cambiantes no son menos reales ni más espurias que si permanecieran inmutables, como a veces pareciera que se les demanda... a los otros.

Estas premisas son básicas e irrefutables, como sabe cualquier antropólogo o sociólogo profesional, por lo menos desde la década de 1970, con la publicación de los imprescindibles ensayos de Fredrik Barth y Roberto Cardoso de Oliveira(4).

Volviendo al panorama etnohistórico del sur argentino, su complejidad resulta también de la escasez de fuentes claras, en las que la mención de etnónimos sea confiable, producto del conocimiento real y objetivo de los grupos en cuestión.

Por otra parte, todos estos pueblos se mezclaban permanentemente, por medio de la circulación de personas y de productos comercializables, de alianzas militares y de matrimonios mixtos, hasta llegado un punto en que resulta artificial y alejado de la realidad intentar analizarlos por separado.

El investigador Miguel Ángel Palermo demostró, sobre la base de documentos coloniales, cómo en un mismo individuo podían converger, por vía del parentesco, varias líneas étnicas. Hemos tomado de sus estudios los ejemplos que siguen:

En 1750, por ejemplo, el cacique “Bravo” o Cacapol, tehuelche septentrional “serrano” (de las sierras del sur de la actual provincia de Buenos Aires), tenía por pariente “muy cercano” al cacique Ayalep, jefe de un grupo conocido como picunche o pampa de los llanos de Córdoba y el sur de Cuyo.

Poco después se tiene noticias de sus planes matrimoniales con una mujer tehuelche meridional de una tribu de la zona del golfo de San Julián. Otro buen ejemplo es el del cacique “Negro” o Chanel, del río Colorado, que hacia 1780 tenía una esposa auca, y un primo cacique en el golfo de San Julián, territorio tehuelche meridional.

En 1783, el cacique tehuelche septentrional Chulilaquin tenía un yerno emparentado con los aucas del lago Huechulafquen, y diez años después se lo registra con una esposa araucana. Un paso más avanzado al respecto es la formación de grupos étnicamente mixtos. Su forma más elemental fue la asociación temporaria de partidas o tribus de gente de distinta raíz étnica para un fin determinado:

Guerra, arreo de ganado, etc, situación frecuentemente reflejada por las fuertes del siglo XVIIII. Pero en una segunda instancia algunas de estas asociaciones tendían a hacerse estables bajo la forma de confederaciones como la de los pampas bonaerenses con algunos caciques serranos de habla y vestimenta araucana en 1745, o la de los pampas del oeste o picunches con los araucanos instalados en sus territorios hacia 1750.

Las alianzas políticas, comerciales y matrimoniales involucraban movimiento de personas hacia uno y otro lado de la cordillera, en ambas direcciones.

Uno de los indicadores más inmediatos de este permanente flujo de personas y grupos por el territorio es el lingüístico: hay evidencias acerca del manejo de distintas lenguas en un mismo grupo, a partir del siglo XVII y adquiriendo máximo vigor en el XIX, con casos de individuos que hablaban hasta cuatro lenguas –incluido el castellano-, como el referido para la zona de Carmen de Patagones por el viajero D´Orbigny en 1829.

O las tribus trilingües –tehuelche meridional y septentrional, y araucano- registradas por el viajero Cox en 1863, en el Neuquén ¿Quiénes son los Araucanos? Cuando Alonso de Ercilla escribió su poema “La Araucana”, a mediados del siglo XVI, para describir la guerra de conquista en el centro-sur de Chile, no habrá estimado los efectos políticos que tendría el mismo.

Como Del Barco Centenera, eligió un nombre poético para la región circundante a la Plaza de Arauco, que extendió a sus habitantes. Ercilla no pretendía que todos los grupos emparentados con aquellos a quienes bautizó “araucanos” en español –sin averiguar cómo se nombraban a sí mismos- fueran también araucanos. Simplemente estaba describiendo los acontecimientos históricos en una fracción del territorio.

Mucho menos estaba en condiciones de afirmar que los habitantes de las regiones al este de la cordillera, que desde tiempos inmemoriales compartían lengua, costumbres –con variaciones regionales- y< tenían redes parentales y comerciales con los transcordilleranos, tuvieran que ser denominados “araucanos”. Sencillamente, no se ocupó de ellos.

Pero los pueblos asentados a uno y otro lado de los Andes, como consta en muchos documentos coloniales, reivindicaban identidades locales que los diferenciaban al interior de este conjunto, y a la vez, sostenían una identidad común en virtud de aquellas características compartidas.

A partir del siglo XVI se produce un cambio en esta situación, cuando aumenta el movimiento de personas y familias que desde el oeste de los Andes se trasladan y se instalan al este de los mismos, produciéndose también un aumento en la influencia de sus pautas culturales sobre las de los grupos receptores.

Aquellas prácticas tradicionales de asociaciones temporarias y matrimonios interétnicos son las que permitieron la penetración cultural “araucana”, ya que no hubo acciones de conquista militar ni de imposición cultural forzada (5). Este fenómeno fue advertido y documentado por cronistas, exploradores, militares y misioneros, que enfatizaron el carácter “araucano” de la nueva configuración por sobre los demás elementos existentes.

Sin embargo, la imagen de lo “araucano” –trátese de emigrados o de grupos locales influidos por su cultura- no se equiparó a “peligro extranjero” hasta mucho después. El interés por atribuir una u otra nacionalidad a los indígenas patagónicos, surgió a fines del siglo XIX como parte del movimiento ideológico que derivó en la consolidación de ambos Estados.

Es decir, lo que cambió abruptamente a fines del siglo XIX, coincidiendo con nuestra “Generación del 80”, no fue tanto la realidad de los grupos indígenas, como la perspectiva de los observadores. La conformación del Estado nacional, a fines del siglo XIX, coincidió con un tipo de discurso autoritario que luchaba por hegemonizar el cuerpo de discursos sobre la población.

En 1878 Estanislao S. Zeballos, promotor e “intelectual orgánico” del roquismo, escribió por encargo y pagado por el Ministerio de Guerra, y para acompañar el proyecto que se convirtió en Ley 947 /1878 de establecimiento de la frontera interior en el Río Negro, un alegato titulado “La conquista de quince mil leguas”.

Esta obra, donde Zeballos describió a su conveniencia un territorio y una población que no conocía, presentó varios postulados que si bien fueron puestos en cuestión por otros expertos de la época como Lucio V. Mansilla y Nicolás Calvo, confluyeron en la justificación ideológica de las campañas militares.

Entre ellos, que las “quince mil leguas” eran un territorio valioso para el Estado en formación y que valía la pena intentar su apropiación antes de que lo hiciera el Estado chileno; que los pobladores indígenas de dicho territorio representaban la “barbarie” que amenazaba a la nación “civilizada”.

Que la subsistencia independiente de los indígenas de la región representaba un perjuicio para la economía “nacional” tanto por las “depredaciones” que sufrían las estancias como por el “tributo” (las raciones) que el gobierno se había obligado a pagar a algunos de ellos; y, como frutilla del postre, que el origen (y el destino) de estos indígenas eternamente “belicosos” estaba en Chile.

Al crear un enemigo “extranjero”, el Ministerio de guerra lograba así debilitar la oposición que desde muchos sectores se hacía a la política expansionista de Avellaneda y Roca.

Contrariamente a lo que algunos sostienen, la política de Roca no era un deseo generalizado ni era la única política posible, sino que muchas voces que no pueden ser tachadas de sensibleras, como Sarmiento y Mitre, acusaban al gobierno de cometer “crímenes de lesa humanidad” en perjuicio de habitantes pacíficos(6) y le reprochaban que no utilizara los recursos que la legalidad le proveía.

Por ello, a partir de allí, en sus obras posteriores, Zeballos argumentará cada vez con mayor énfasis en la supuesta raíz chilena de los indígenas de la Pampa y la Patagonia; idea que será rescatada por la etnología política nacionalista a partir de 1920 y difundida como verdad “científica”.

Aunque la raíz de su argumento no estuvo nunca en el ámbito de la ciencia, sino de la política parlamentaria y militar, y el éxito en la difusión del error no se debe a sus virtudes etnohistóricas sino a sus connotaciones políticas.

De hecho, en Chile, las tesis formuladas en la década del '20 por Ricardo Latcham y Francisco Encina, que atribuyen a los araucanos un origen prehistórico pampeano (“argentino”) emparentado con los guaraníes, fueron apropiadas rápidamente, por idénticos motivos, por el discurso hegemónico y pasaron a dominio público a través de los textos escolares de Historia.

De manera que también en Chile los araucanos se convirtieron en “extranjeros”. Se sabe que en los años contemporáneos e inmediatamente posteriores a las campañas militares en la Patagonia –sólo por dar una fecha, recordemos que el combate de Apeleg (Río Senguerr), se produjo en 1883- numerosas familias mapuches y tehuelches huyeron hacia Chile.

Donde algunas de ellas se establecieron definitivamente, pero otras regresaron al oriente de los Andes, de donde eran originarias, cuando las condiciones fueron propicias. Este origen “argentino” de algunas familias aparentemente “chilenas”, está documentado en fuentes militares de la época(7) y en numerosos registros de historia oral(8).

El territorio original de los actuales pueblos patagónicos se extendía a ambos lados de lo que hoy es la frontera internacional. Dado que las migraciones, intercambios matrimoniales y el nomadismo tradicional hacen imposible verificar una fijación territorial a uno u otro lado de la cordillera, son tan falaces las afirmaciones que pretenden asignar origen trasandino a los mapuche o araucanos.

Como las afirmaciones acerca de un origen “argentino” de los tehuelche. Las migraciones afectaron a la totalidad de los pueblos originarios.

Ni los Mbya Guaraní pueblan hoy el mismo territorio que en tiempos previos a la Conquista(9) ni los Ava-Guaraní, Chiriguanos ni Chané(10), ni los Wichíes(11), ni siquiera los pueblos reconocidamente sedentarios y agricultores del NOA, que por situaciones de emergencia relacionadas con el Incanato primero y con el dominio español y republicano después, modificaron drástica y repetidamente sus espacios de establecimiento(12).

Sin embargo, todos los pueblos mencionados son originarios y preexistentes, pero no porque sean “originarios” de un territorio totalmente incluido en lo que hoy es territorio argentino y hayan permanecido estáticamente dentro de sus fronteras, sino porque en su carácter de Pueblo preexistente al Estado argentino, son originarios de un territorio que también es preexistente al trazado de las fronteras internacionales.

Y es en ese carácter de preexistentes que se hacen merecedores de derechos constitucionales específicos.

Pretender negar esta clase de preexistencia es no sólo ignorar los procesos ancestrales de poblamiento nómade, sino eludir la responsabilidad del propio Estado nacional, que luego de las campañas militares escindió a la totalidad de la población originaria de sus territorios ancestrales para confinarlos en otros, en función de políticas que no tuvieron nada que ver con las preferencias o propuestas autóctonas.

La única salida ética para esta historia es entonces reconocer las responsabilidades históricas, disponernos a encontrar formas de reparación que, si bien nunca podrán retrotraernos a tiempos pasados, al menos intenten cierta justicia, y empezar para ello reconociendo la pertenencia de las familias originarias.

Independientemente de su ser mapuche o tehuelche, a un territorio ancestral sobre el cual se instaló el Estado argentino, pero que fue mapuche y tehuelche antes de ser argentino.

En cuanto a la tan debatida antigüedad del término mapuche, Francisco P. Moreno verificó en 1876 su utilización –bajo la forma mapunche- para denominar a algunos de los participantes de un Parlamento reunido tiempo atrás en el área de influencia de Sayhueque(13). Manuel Olascoaga también lo mencionó en algunos de sus escritos.

Con el tiempo este término se fue extendiendo para abarcar al conjunto de subgrupos que comparten una cultura, y especialmente una lengua (el mapudungun), aun con variaciones dialectales.

En esta acepción extendida –lengua “mapuche” para aplicar a todo este conjunto de gente- lo recogieron los sacerdotes en dos catecismos escritos a fines del siglo XIX, tal como lo demostraron la historiadora María Andrea Nicoletti y la etnolingüista Marisa Malvestitti. ¿Qué pasó entre mapuches y tehuelches?

El otro argumento que Zeballos propuso en 1878 es el de la “natural” diferencia entre los indígenas que residían en la Pampa –objetivo de la Ley 947-, a los que señalaba como extranjeros y bárbaros, de los “originarios del país” que habitaban al sur del Río Negro, donde la incorporación de sus territorios al Estado aún no se presentaba como un proyecto inmediato, y por lo tanto no debían ser (por el momento) atacados.

Afirmaba también que estos pobladores, a los que denominaba tehuelches por ignorar sus etnónimos propios, “derramarían su sangre en defensa de la colonización del Chubut y de Carmen de Patagones”.

Es decir, que la clasificación propuesta por Zeballos entre tehuelches (civilizables) y araucanos (no civilizables) tenía como corolario la propuesta de integración provisoria de los indios “más civilizables” para emplearlos en combatir a los “no civilizables”.

Más aún, a lo largo de su obra, Zeballos señalaba las vías previstas para la efectivización de esta integración estratégica de los tehuelche, que consistían en el “fomento de sus vicios”.

Así, acompañando este cinismo político, se originó la línea de pensamiento que insiste en una supuesta “amistad” entre el estado argentino y los tehuelche que habría sido arruinada por la intromisión de los araucanos/mapuches, que habrían provocado la extinción de los primeros, ya sea involuntariamente (por la araucanización) o adrede (por genocidio).

Si bien es cierto que en tiempos históricos hubo enfrentamientos militares entre tehuelches y mapuches, ello no significa que unos defendieran y otros invadieran una soberanía “nacional” que no existía, sino que la presión de la frontera criolla que avanzaba potenció la competencia por el control de un recurso cada vez más escaso.

Y aun así, eran más usuales los encuentros pacíficos, ya fuera para el comercio y los matrimonios, como ya mencionamos, como para la acción política, como lo manifiesta la larga tradición de Füta Trawün (Parlamentos Generales) en los que interactuaban tehuelches y mapuches desde por lo menos el siglo XVIII, cuestión documentada entre otros por Moreno, Musters y Onelli(14).

Será el Ejército Argentino –y no los mapuche o araucanos- el que acabe con la libertad y la vitalidad de la nación tehuelche, muy pocos años después, cuando sus prioridades territoriales se modifiquen. El Combate de Apeleg fue decisivo para la derrota definitiva de mapuches y tehuelches -que lucharon aliados- a la vez. Los principales jefes tehuelche Inacayal, Foyel y Orkeke sufrieron el ostracismo y la muerte bajo la égida republicana.

Orkeke, paseado por la Ciudad de Buenos Aires como curiosidad viviente, poco después de su derrota, murió en ella en septiembre de 1883 y sus restos fueron expuestos al público en el Hospital Militar. Inacayal vivió varios años prisionero y reducido a la servidumbre en el Museo de La Plata hasta su muerte, y sus restos corporales fueron ignominiosamente desguazados y repartidos por diferentes depósitos.

Toda su familia, así como la familia de Foyel, sufrió la misma suerte. Esta barbarie no provino del “desierto” ni de los araucanos, sino de la sociedad “civilizada”. Hasta muy recientemente, los tehuelche abandonaban sus pautas culturales en pro de la adopción de la cultura “blanca”, mucho más que a favor de la mapuche.

La extinción de las lenguas del extremo sur patagónico –aonikenk, günuna kena, tchonek, selknam, etc.- se produce cuando, cansados de la persecución y la discriminación, sus hablantes se pasan al castellano, no al mapudungun.

Quiero decir, que la responsabilidad decisiva en el etnocidio y el genocidio de los tehuelche le cabe indudablemente al Estado nacional y a los particulares que a su sombra no tuvieron reparos en acabar con ellos.

Lo que suceda de ahora en adelante tendrá que ver con las decisiones que como ciudadanos tomemos, manteniendo por default discursos y políticas generados en tiempos de injusticia, o buscando una nueva ética que comience a reparar los daños, sobre la base del conocimiento informado y objetivo de nuestra historia. En esto, todos somos responsables.

(1) La autora es Dra. en Antropología, especialista en temas de Antropología história y política indígena. Es investigadora del CONICET y docente de las Universidad Nacionales de Buenos Aires, Santiago del Estero y Córdoba.

(2) Fuente: www.indec.mecon.gov.ar. Según la ECPI, en nuestro país habitan, sobre un total de algo más de 600.000 personas que se reconocieron como pertenecientes a Pueblos Originarios: 113680 “Mapuches”, 10590 “Tehuelches”, y varias identificaciones relacionadas, como “Pampas” (1585 hab.), “Rankulches” (10149).

(3) Ver Florencia Roulet, “Guerra y diplomacia en la frontera de Mendoza: la política indígena del Comandante José F. de Amigorena”. En Lidia Nacuzzi, (comp.) Funcionarios, diplomáticos, guerreros. Miradas hacia el otro en las fronteras de Pampa y Patagonia (siglos XVIII y XIX). Sociedad Argentina de Antropología, Buenos Aires, 2002.

(4) Ver F. Barth Los grupos étnicos y sus fronteras. México: Fondo de Cultura Económica, 1976; R. Cardoso de Oliveira, “Articulación interétnica en Brasil”, en Hermitte, E. y L. Bartolomé (comps.), Procesos de articulación social. Amorrortu, Buenos Aires, 1977; ver también Claudia Briones, “La alteridad del <<Cuarto Mundo>>. Una deconstrucción antropológica de la diferencia”. Ediciones del Sol, Buenos Aires, 1988.

(5) Ver con mayor detalle en Miguel Ángel Palermo, “Mapuches, Pampas y Mercados Coloniales”. En Etnohistoria, ed. digital de Noticias de Antropología y Arqueología. Buenos Aires, 1999.

(6) Valen como muestra el editorial de La Nación de los días 16 y 17 de noviembre de 1878, y las intervenciones de Sarmiento en el Congreso Nacional, durante 1878 y 1879.

(7) Ver por ejemplo en Juan C. Walther, La conquista del desierto: años 1527-1885. Círculo Militar, Buenos Aires, 1947.

(8) Ver Walter Delrío, Memorias de expropiación. Sometimiento e incorporación indígena en la Patagonia, 1872-1943. Buenos Aires: Ed. de la Universidad Nacional de Quilmes, 2005; también Norma Sosa, Mujeres indígenas en la Pampa y la Patagonia. Ed. Emecé, Buenos Aires, 2001; y Lucía Golluscio, El Pueblo Mapuche: poéticas de pertenencia y devenir. Ed. Biblos: Buenos Aires, 2006.

(9) Ver Pierre Clastres La sociedad contra el Estado. Caracas: Monte Ávila Ed., 1978.

(10) Ver Guillermo Magrassi Los Aborígenes de la Argentina. Editorial Galerna – Búsqueda de Ayllu, Buenos Aires, 1989.

(11) Ver Pastor Arenas Etnografía y alimentación entre los Toba-Ñachilamole#ek y Wichí-Lhuku’tas del ChacoCentral (Argentina). Buenos Aires, 2003.

(12) Ver Ana M. Lorandi y Roxana Boixadós “Etnohistoria de los Valles Calchaquíes en los siglos XVI y XVII”. En RUNA Vol. 17, UBA, Bs. As, 1987.

(13) F.P. Moreno, “Viaje a la Patagonia Septentrional”, Anales de la Sociedad Científica Argentina, tomo 1, Buenos Aires 1876.

(14) W. Delrio y A. Ramos “‘Reunidos en Füta Trawün’ Agencias políticas y alianzas identitarias desde los parlamentos mapuchetehuelche”. Actas del VIII Congreso de Antropología Social, 2006. Universidad Nacional de Salta.
http://www.delorigen.com.ar/cinco.htm#lenton•


Parte superior do formulário

Traduzimos  via google este texto, portanto, "caso haja  "alguma dúvida  ou crítica ao Espanhol aqui aplicado, ou dúvidas  de  teor do documento, solicitamos  que  nos manifestem, pois  fazemos o possivel para  dar a  informação "FIEL"  ao que recebemos.
Att
Liana Utinguassú

Argentina: O que está acontecendo com os Povos Indígenas?
Por ewituri em Mon, 2012/09/10 - 21:06.
(Por Dra. Diana Lenton) 1
Carlos recebeu Graneri, 8 de setembro -. Daily News recebeu reclamações e conflitos com indígenas em todo o país. O mais comum são os relacionados à propriedade ou gestão da terra e seus recursos.

Todos os dias aprendemos também de repressão, muitas vezes violento, com o qual você deseja silenciar estas reivindicações, que já custou vítimas, um dos mais recentes no assassinato de Chocobar Chuschagasta, Tucumán, 12 de outubro.

E todos os dias também, o protesto que alguns políticos, jornalistas ou cidadãos comuns lançada contra os argumentos das comunidades e organizações indígenas.

Ou seja, o protesto contra o protesto, que normalmente é feito em nome de uma suposta "especialista" que na maioria dos casos não é assim, e que só faz sentido em termos de um conjunto de erros e falácias com que escola educou-nos muito mal, acompanhado pela historiografia clássica e etnologia e os mesmos meios de comunicação, que tiveram sua parcela de responsabilidade.

Perante tudo isto, na minha capacidade de investigar essas questões, e com o objetivo sincero de ajudar a esclarecer alguns pontos e, especialmente, acalmar os receios infundados, volto-me para os leitores deste jornal com o que eu espero que constituirá uma contribuição. A explosão de conflitos em todo o país em relação ao uso e posse da terra reivindicada pelos povos indígenas tem diversas origens.

Uma imediata, o que é a expansão agressiva da floresta e fronteira agrícola, a partir da utilização de tecnologias que permitam transgénicos para o mercado de crescer em terra não utilizado anteriormente, mas para subsistência, ou para outros tipos de produção. O assim chamado "modelo de soja" é o melhor exemplo, mas não o único.

Da mesma forma, a expansão da mineração e hidrocarbonetos, que como a monocultura de soja e florestal implica grande prejuízo para as populações em que vivem nas proximidades, produz um aumento destas disputas territoriais.

O avanço da operação turística, que combina o rosto de bondade extrema para o visitante com uma cara muito diferente para o habitante local, complementa este fator é em grande parte responsável pelos problemas experimentando agora não só o

Povos indígenas, mas também grupos de camponeses indígenas que não estão seriamente ameaçados seus meios de subsistência, e embora não parece ser muito conscientes disso, também moradores da cidade, enquanto que altera o habitual espaço e meio ambiente.

A fonte imediata do problema, no entanto, refere-se pode ser considerado como o "pecado original" da Argentina, que é a construção de uma ordem jurídica não só ignorou os povos indígenas com os quais a sociedade jovem republicano viveu, mas foi criado após o desaparecimento, morte e miséria daqueles.

Eles não são nada chamadas para Campanhas do Deserto, Campanhas em Chaco, campanhas e outras Andes, que se estendia por centenas de anos, desde o governo de Martín Rodríguez, em Buenos Aires, até Roque Saenz Pena, em nível nacional.

A repartição das diferenças entre este tipo de políticas territoriais e outras avançadas e, simultaneamente, pré exigem um espaço não pretende apropriado, mas é preciso deixar claro que, pelo menos até 1870, encontros violentos estavam tingidas com um monte de comércio, social pacífica e política ao longo da fronteira inteira.

E esse foi o governo argentino decidiu em formação que, coincidindo com uma mudança ideológica feroz dentro da elite esclarecida, cotovelo unilateralmente excluir o conhecimento e experiência de lidar com o outro, foram assinados acordos com as nações indígenas, e prioridades que o seu governo estava a tornar-se uma "sociedade civilizada".

A partir daí, tudo iria mudar, e os sobreviventes e descendentes desses povos escravidão autônoma experiente, escravidão branca, fuzilamentos em massa, tortura (entre muitos outros procedimentos que haviam sido proibidos pela Assembléia de 1813 ea Constituição 1853, e como público e denunciou a imprensa diária, da Igreja e do Congresso Nacional, foram "ressuscitados" para os índios).

E, especialmente, a expropriação de suas terras. Qualquer um pode ir para os arquivos e verificar isso, os documentos não são difíceis de encontrar.

No entanto, o trabalho eficaz de um número de intelectuais, suportada por décadas de educação formal, foi responsável por deturpar os conceitos para chegar a um padrão muito comum de pensamento, que é ignorar esses fatos ou juiz como um mal menor " "contra o" perigo "representado pelos índios.

São Mapuche nativa? A situação dos Mapuche não é diferente de outros povos nativos do território da Argentina moderna. Mas o rosto que me interessa um pouco mais central por causa da região específica em que este jornal tem maior influência.

No conjunto dos povos originais que hoje habitam o território argentino, os mapuches sofrer, como outros povos, agressividade e arrogância de empresas e pessoas que exploram a vulnerabilidade causada pela brecha para fazer com que seus vizinhos provenientes não pode fazer com outros vizinhos.

No entanto, existe uma situação especial em relação com a imagem que muitos argentinos são sobre a relação entre a Mapuche e da Argentina.

O último censo nacional realizado em 2001, por meio da Pesquisa Complementar dos Povos Indígenas (ECPI) (2), mostrando que 3,7% das pessoas entrevistadas no país, território mapuche argentino nascido enquanto que 96,3% dos Mapuche argentino são considerados de ter nascido dentro das fronteiras da Argentina.

89% dos Mapuche, também nascido na mesma província em que foram registradas. Isso nos diz que, embora as pessoas, alguns muitos bons e alguns não-fé argumentar que os mapuches são "essencialmente" os chilenos, a realidade é muito diferente: 96% deles é chilena, e, ainda, quase todos vivem e permanecem no pagamento de seu nascimento.

Estas percentagens de "Nativity" são maiores do que os de outras pessoas, de acordo com a ECPI. No entanto, embora acredita-se geralmente que se pode ser Qom (tufos misnamed) ou Wichi (matacos misnamed) e não da Argentina, nos compatriotas mesma proporção muitos argumentam que a condição de mapuche chileno implica automaticamente, ou seja, no exterior.

Por que esse erro? Primeiro de tudo, notamos que, do ponto de vista da ciência antropológica mais rigorosa, é um absurdo de fingir para combinar variáveis
​​
de etnia e nacionalidade, no sentido moderno, uma vez que são diferentes tipos de conceitos coletivos, não reclamar nem anular um ao outro.

Em outras palavras, ser Mapuche não contradiz ou ser impedido ou ser argentinos forças chilenas, nem porque são de uma ordem diferente pertences. Além disso, do ponto de vista da história, acho que ser ser mapuche chilena é um anacronismo, que é um grave erro científico, desde indígena sentido de pertença de volta para o mais velho do que a delimitação de fronteiras internacionais .

Ou seja, os indivíduos que são agora considerados como os chilenos ou argentinos nasceram além ou deste lado da Cordilheira, como uma família tem origens enraizadas em um dos pertences antigos (Pehuenche guluche, Puelche, Huilliche, Moluche, picunche, waizufche , chaziche, lafkenche, furilofche, wenteche, nagche, Mahuidache, etc.)

Que hoje compõem o ancestral mapuche juntos e antes da consolidação das fronteiras do Estado eram soberanos em um território compartilhado sob suas próprias regras. Nenhum pesquisador trabalhar com fontes antigas pode negar a presença destes pertences no território pampas e Patagônia de vários séculos atrás.

Nenhuma questão de preexistência do Estado nacional, por exemplo, do Pehuenche ou Huilliche, nomeado em inúmeros documentos coloniais, viajante crônica, etc, desde os tempos coloniais.

Além disso, como mostra o historiador Roulet Florença foi a presença Pehuenches ancestrais no que hoje são as províncias de Cuyo e Neuquén decidiu o que pertença a esta região para a égide do Rio da Prata e do Chile, em do século XVIII, e que tinham relações mais econômicos e políticos com Buenos Aires e Santiago (3).

E ainda, quando os líderes de hoje agrupados em Pehuenche ou Huilliche Conselhos Zonais, que às vezes até levam os mesmos nomes que esses antigos habitantes, falam, nunca falta que questiona seu direito de reclamar sobre os motivos que são "estrangeiros".

O panorama etno-histórica dos Pampas e da Patagônia é muito complexa, e não pode ser reduzido ao esquema binário Mapuche (ou araucanos) / tehuelches (ou gününa kena, ou Aoniken, etc) com certos "especialistas" simplificados o assunto para o consumo popular.

A alta mobilidade de sociedades pré-hispânicas e sua forma particular de partilha de território, nem sempre bem compreendida, deve ser adicionada uma longa história de mudanças na etnônimos-ou seja, os nomes dados aos próprios grupos, ou outros dão-los. Mudanças ao longo do tempo nos nomes das pessoas não significa necessariamente mudança de sua identidade.

Em qualquer caso, eles indicam novas formas de se relacionar com os outros grupos, o resultado do contexto histórico específico. Por exemplo, é óbvio que em 1810 houvesse uma sociedade que se apresentou com o nome de "Argentina", apesar de em 1602 Boat

Centenera havia publicado seu poema "Argentina" para se referir à região que se estende desde o Rio de la Plata (que ele chamou de "Argentina"), e no Pacífico. No início do século XIX, o "argentino" era limitado à cidade de Buenos Aires. Maio patriotas lutaram em nome das Províncias Unidas do Rio da Prata e declarou a independência em nome das Províncias Unidas da América do Sul, e não a Argentina.

E ainda, em 2010 nos preparamos para celebrar o bicentenário do "nascimento da nação", não há dúvida de que a mudança de nome não significa que nós nos reconhecemos como herdeiros daqueles. Além disso, mesmo aqueles Províncias Unidas foram constituídas por todos os povos (províncias de hoje) de acordo com os senhores da guerra diferentes aliado sucessiva ou enfrentou.

No momento da assinatura da Constituição de 1853 não participou distritos mais populosos da República presente. E ainda assim, quando a celebração Spinning não tão bem como para destacar que "fazia parte" e que não era, nesses acordos que permitiram a evolução social e política em que estamos hoje.

O nome "Argentina", derivado de uma leitura poética sobre a luta colonial espanhol, não é essencial, mas contingente imemoriais, como todos os etnônimos, e não afeta a "identidade" ou sentimento nacional.

De fato, uma das premissas básicas do conhecimento etnológico é que viver identidades em fluxo, com novas adições e avarias que mudam os seus eixos de alinhamento, e mudando as identidades não são menos reais ou mais espúria que se eles permanecessem imutável, como às vezes parece que eles exigem ... outro.

Esses pressupostos são básicos e irrefutável, como qualquer profissional antropólogo ou sociólogo, pelo menos desde a década de 1970, com a publicação do essencial testes Fredrik Barth e Cardoso Roberto de Oliveira (4).

Voltando ao panorama etno-histórica do sul da Argentina, sua complexidade também é falta clara de fontes em que a menção de etnônimos é confiável, conhecimento do produto real e objectiva dos grupos em questão.

Além disso, todos esses povos se misturaram permanentemente, através do movimento de pessoas e produtos comercializáveis, alianças militares e casamentos, para chegar um ponto em que é artificial e distante da realidade tentar analisá-los separadamente.

O pesquisador Miguel Angel mostrou Palermo, com base em documentos coloniais, como no mesmo indivíduo poderia convergem, por laços de parentesco, várias linhas étnicas. Temos tido seus estudos os seguintes exemplos:

Em 1750, por exemplo, o chefe da "Bravo" ou Cacapol, norte tehuelche "serrano" (nas montanhas ao sul da província de Buenos Aires), era o chefe "muito perto" de chefe Ayalep, parente de um grupo conhecido como picunche planícies ou pampas de Córdoba e sul de Cuyo.

Pouco tempo depois ter notícias de seus planos de casamento com uma mulher de uma tribo do sul tehuelche área do Golfo de St. Julian. Outro bom exemplo é o chefe do "Black" ou Chanel, o rio Colorado, que na década de 1780 tinha um Auca esposa, e um cacique primo no Golfo de St. Julian, tehuelche território sul.

Em 1783, o chefe Tehuelche do Norte teve um filho Chulilaquin relacionado ao Huechulafquen Auca Lake, e dez anos depois ele gravou com uma araucana esposa. Um passo mais avançado neste aspecto é a formação de grupos mistos etnicamente. Sua forma mais simples foi associação temporária de itens ou pessoas de diferentes tribos de raiz étnica para uma finalidade específica:

Guerra, unidade de gado, etc, muitas vezes, situação refletida pelo século XVIIII pesado. Mas, em uma segunda instância algumas dessas associações tendem a ser estáveis
​​
sob a forma de confederações tais como o Buenos Aires pampas com alguns chefes de fala e serranos vestido araucana em 1745 pampas ou do Ocidente ou com os araucanos picunches instalado seus territórios em 1750.

Alianças políticas, comércio e circulação de pessoas envolvidas casamento para ambos os lados da faixa, em ambos os sentidos.

Um dos indicadores mais imediatos deste fluxo constante de pessoas e grupos no território é o idioma: há evidências sobre o manuseio de línguas diferentes no mesmo grupo, a partir do século XVII e ganhando força máxima no século XIX, com casos indivíduos que falavam até quatro línguas, incluindo o castelhano, que se refere à área de El Carmen pela D'Orbigny viajante em 1829.

O-tehuelche tribos trilíngües sul e norte, e araucano-Cox registada pela Voyager em 1863, no Neuquén Quem são os araucanos? Quando Alonso de Ercilla escreveu seu poema "La Araucana", a meados do século XVI para descrever a guerra de conquista no centro-sul do Chile, e não a uma estimativa dos efeitos políticos que teriam o mesmo.

Como Del Barco Centenera, escolheu um nome poético para a região do entorno da Plaza de Arauco, que ampliou seus habitantes. Ercilla não pretende que todos os grupos relacionados com os batizados "araucanos" Espanhol sem inquirir como chamado a si mesmos também foram araucanos. Eu estava simplesmente descrever os acontecimentos históricos em uma fração do território.

Muito menos foi capaz de dizer que os habitantes de regiões no leste das montanhas, que desde tempos imemoriais compartilhada língua, costumes, com variações regionais, e <têm redes parentais e comercial com transcordilleranos, teve que ser chamado de "araucanos" . Nós simplesmente não enfrentá-los.

Mas as pessoas sentadas em cada lado da Cordilheira dos Andes, como refletido em muitos documentos coloniais, alegando que as identidades locais diferenciados dentro desse conjunto, e, por sua vez, com o apoio de uma identidade comum com essas características compartilhadas.

A partir do século XVI é uma mudança nesta situação, com o movimento cada vez maior de pessoas e famílias dos Andes ocidental deslocar e instalar a leste do mesmo, também produziu um aumento da influência de seu patrimônio cultural sobre os grupos de receptores.

Essas práticas de associações temporárias e casamentos interétnicos são aqueles que permitiu a penetração cultural "araucana", já que não houve atos de conquista militar ou imposição cultural forçados (5). Este fenômeno foi observado e documentado por cronistas, exploradores, soldados e missionários, que enfatizou o caráter "araucano" da nova configuração em relação a outros elementos existentes.

No entanto, a imagem do "araucano"-se os grupos de migrantes ou locais influenciadas por sua cultura, não equivale a "perigo estrangeiro" até muito mais tarde. O juros em uma ou outra nacionalidade Patagônia índios, surgiu no final do século XIX, como parte do movimento ideológico que levou à consolidação dos dois Estados.

Isto é, o que mudou abruptamente no final do século XIX, coincidindo com a nossa "Geração 80", não tanto a realidade de grupos indígenas, incluindo a perspectiva do observador. A formação do Estado nacional no final do século XIX, coincidiu com um tipo de hegemonia discurso autoritário lutando discursos corporais na população.

Em 1878 Estanislau S. Zeballos, promotor e "intelectual orgânico" de Roquismo escreveu encomendado e pago pelo Ministério da Guerra, e para acompanhar o projeto que se tornou Lei 947/1878 sobre o estabelecimento da fronteira interna do Rio Preto, um articulado intitulado " A conquista de 15 mil milhas. "

Este trabalho, que descreveu a sua conveniência Zeballos um território e uma população não se sabe, introduziu vários postulados que apesar de terem sido posta em causa por especialistas da época como Lucio V. Mansilla e Nicolas Calvo, se reuniram na justificação ideológica para campanhas militares.

Entre eles, os "15 mil léguas" eram um trunfo para o território do Estado em formação e que valia a pena tentar a sua apropriação antes que ele fez o Estado chileno, os habitantes indígenas do território representou a "barbárie" que ameaçava a nação "civilizada".

Que a vida independente dos indígenas da região representada minar a economia "nacional", tanto pelas "depredações" permanece como sofrendo de "tributo" (rações) que o governo foi obrigado a pagar algumas das eles, e, como cereja no topo do bolo, a fonte (e destino) destes indígena "guerreira" eternamente foi no Chile.

Ao criar um inimigo "estrangeiro", o Ministério da guerra poderia enfraquecer a oposição de muitos setores que cresceram com a política expansionista de Avellaneda e Roca.

Ao contrário do que alguns defendem, Roca política não era um desejo generalizado não era a única possível, mas muitas vozes não podem ser rotulados como piegas, como Sarmiento e Mitre, acusou o governo de cometer "crimes contra a humanidade "em detrimento dos habitantes pacíficos (6) e acusou-o de não usar os recursos forneceu-lhe legalidade.

Então, a partir daí, em seus últimos trabalhos, Zeballos discutir com ênfase cada vez maior na raiz do suposto nativo Pampa e Patagônia chilena; etnologia idéia é resgatado por políticas nacionalistas após 1920 e se espalhou como verdade "científica".

Embora a raiz de seu argumento nunca foi no campo da ciência, mas da política parlamentar e militar, de sucesso e em espalhar o erro não é devido a suas virtudes etno-histórica, mas suas conotações políticas.

De fato, no Chile, o argumento feito nos anos 20 por Ricardo Latcham e Encina Francisco, que atribuem ao araucanos pampas uma origem pré-histórica ("Argentina") relacionados ao Guarani foram apropriados de forma rápida, pelas mesmas razões, por discurso hegemônico e tornou-se de domínio público através de livros de história.

Assim, os araucanos no Chile tornou-se também os "estrangeiros". Sabe-se que nos anos imediatamente após campanhas contemporâneas e militares na Patagônia, apenas para dar uma data, lembre-se de que o combate Apeleg (Rio Senguerr), ocorreu em 1883 - muitas famílias mapuches e fugiu para tehuelches Chile.

Onde alguns deles definitivamente resolvida, mas outros voltaram para o leste dos Andes, onde eles se originaram, quando as condições eram favoráveis. Esta origem "argentino" de algumas famílias aparentemente "chilenas", fontes militares documentadas na época (7) e em numerosos registros de história oral (8).

O território original dos atuais cidades patagônicas esticada em ambos os lados do que é hoje a fronteira internacional. Desde nomadismo casamento, migração e tradicional torna impossível verificar um anexo territorial de cada lado da faixa, são as falsas alegações que visam atribuir origem Mapuche trasandino ou araucano.

Como afirmações sobre origem "argentino" de tehuelche. Migração de todos os povos afetados.

Nem Mbya hoje habitam o mesmo território que na pré-conquista vezes (9) ou a Ava-Guarani Chané Chiriguanos ou (10), nem Wichíes (11), mesmo reconhecidamente povos sedentários e agricultores NOA que as emergências relacionadas incanato primeiro e domínio espanhol e republicano então repetidamente mudou drasticamente e seus espaços de propriedade (12).

No entanto, todas as cidades mencionadas são originárias e existente, mas não porque eles são "original" de um território totalmente incluído no que é hoje o território argentino e permaneceu estática dentro de suas fronteiras, mas porque em sua qualidade de Estado preexistente Pueblo Argentina originários de um território que é também o layout dos actuais fronteiras internacionais.

É neste personagem que preexistente merecedor de específicos direitos constitucionais.

Pretender negar este tipo de pré-existência é não só ignorando os processos de liquidação nômade ancestral, mas evitar a responsabilidade do estado nacional próprio, que, em seguida, dividir campanha militar para toda a população de suas terras ancestrais para confiná-los em outros função política que não tinha nada a ver com preferências nativas ou propostas.

A única maneira dessa história é ético, então, reconhecer as responsabilidades históricas, prepare-se para encontrar maneiras de reparar que, enquanto eles nunca pode nos levar de volta ao passado, pelo menos tentar alguma justiça, reconhecendo-lo e começar a adesão das famílias originais.

Independente de ser ou Mapuche tehuelche, a um território ancestral sobre o qual o governo argentino foi instalado, mas isso foi antes de Mapuche tehuelche ser argentino.

Quanto ao muito discutido termo antigo Mapuche, Francisco P. Verificado Moreno em 1876 o uso, sob a forma mapunche para citar alguns dos participantes de um Parlamento conheceu há muito tempo na área de influência do Sayhueque (13). Manuel Olascoaga também mencionado em alguns dos seus escritos.

Com o tempo, o termo foi estendido para cobrir toda a subgrupos que compartilham uma cultura, especialmente a língua (mapudungun), mesmo com variações dialetais.

Neste uso prolongado-língua "Mapuche" para aplicar a todo o conjunto de pessoas, o que os padres se reuniram em dois catecismos escritos no final do século XIX, como demonstrado pelo historiador Andrea Maria Nicoletti e etnolinguísticas Marisa Malvestitti. O que aconteceu entre mapuche e tehuelches?

O outro argumento que Zeballos proposto em 1878 é a diferença "natural" entre índios residentes no Pampa objetivo da Lei 947 -, que se identificou como estrangeiros e bárbaros, o "país de origem" habitando sul de Rio Preto, onde a incorporação de seus territórios para o Estado não apresentou como um projeto de imediato, e, portanto, não deve ser (por enquanto) atacou.

Afirma ainda que essas pessoas, que chamou tehuelches ignorar seus próprios etnônimos ", derramaram seu sangue em defesa da colonização de Chubut e El Carmen".

Ou seja, a classificação proposta por Zeballos entre tehuelches (civilizables) e araucanos (não civilizables) teve como corolário a proposta de integração temporária de índios "civilizables mais" para uso na luta contra os "não civilizables".

Além disso, ao longo de sua obra, Zeballos observou os canais previstos para a efetivação deste tehuelche integração estratégica, que consiste na "promoção dos seus vícios."

Assim, acompanhando esse cinismo político, originou a linha de pensamento que insiste em uma "amizade" alegada entre o argentino e tehuelche teria sido arruinado pela interferência do araucanos / mapuche, o que teria causado a extinção da primeira, ou involuntariamente (por araucanización) ou deliberadamente (por genocídio).

Embora seja verdade que em tempos históricos confrontos militares entre tehuelches Mapuche e não significa que alguma defender a soberania e invadir outra "nacional" não existia, mas a pressão do avanço da fronteira competição crioulo avançado para controle de um recurso cada vez mais escasso.

E, no entanto, o mais comum eram reuniões pacíficas, quer para o comércio e casamentos, como já mencionado, como para a ação política, como mostra a longa tradição de Futa Trawün (parlamentos Gerais) em mapuches que interagiram e tehuelches desde pelo menos o século XVIII, de um problema documentado entre outros, por Moreno, Inventários e Onelli (14).

Será que o Exército argentino e não-mapuche ou araucano-o jogador com liberdade e vitalidade do tehuelche nação, alguns anos mais tarde, quando as prioridades territoriais são alteradas. Luta Apeleg foi decisivo para a derrota do mapuche e tehuelches-aliados que lutaram juntos. O principal cabeças tehuelche Inacayal, Foyel e Orkeke sofreu ostracismo e morte sob os auspícios republicanos.

Orkeke, desfilou pela cidade de Buenos Aires como curiosidade viva, pouco depois de sua derrota, morreu em setembro de 1883 e seus restos mortais foram colocados em exposição pública no Hospital Militar. Prisioneiro Inacayal viveu vários anos e reduzidos à servidão no Museo de La Plata até a sua morte, e seus restos mortais foram vergonhosamente desfeito corpo e distribuídos por diferentes depósitos.

Toda a sua família e da família de Foyel, sofreu o mesmo destino. Esta barbárie veio de "deserto" ou araucanos, mas da sociedade "civilizada". Até muito recentemente, deixando sua tehuelche cultural para a adoção da cultura "branca", muito mais do que a favor da mapuche.

A extinção das línguas mais ao sul da Patagônia-Aonikenk, gününa kena, tchonek, Selknam, etc - Ocorre quando, cansado da perseguição e discriminação, seus falantes são passados
​​
para castelhano, não Mapudungun.

Quer dizer, etnocídio e genocídio responsabilidade decisiva de tehuelche certamente se encaixa o Estado nacional e sua sombra particular, não hesitou em matá-los.

O que acontece a partir de agora terá a ver com as decisões que tomamos como cidadãos, mantendo padrão político e discursos gerados em tempos de injustiça, ou à procura de uma nova ética que se inicia a reparação dos danos, com base no conhecimento informada e objectiva nossa história. Neste, todos nós somos responsáveis.

(1) O autor é doutor em Antropologia, Antropologia estudioso da história da Índia e da política. É CONICET pesquisador e professor da Universidade Nacional de Buenos Aires, Santiago del Estero e Córdoba.

(2) Fonte: www.indec.mecon.gov.ar. De acordo com a ECPI, vivem em nosso país, um total de mais de 600.000 pessoas que foram reconhecidas como pertencentes aos Povos Indígenas: 113680 "mapuches" 10590 "tehuelches" e várias identificações relacionados como "Pampas" (1585 hab. Rankulches) "" (10.149).

(3) Ver Florença Roulet, "Guerra e Diplomacia em Mendoza margem: política indigenista Comandante Joseph F. de Amigorena ". Em Nacuzzi Lidia, (ed.) funcionários, diplomatas, guerreiros. Olha para a outra borda do Pampa e da Patagônia (XVIII e XIX). Antropologia da Sociedade da Argentina, Buenos Aires, 2002.

(4) Ver F. Barth grupos étnicos e fronteiras. México: Fondo de Cultura Económica, 1976, R. Cardoso de Oliveira, "joint étnica no Brasil", em Hermitte, E. e L. Bartolomeu (eds.), Processos de articulação social. Amorrortu, Buenos Aires, 1977, ver também Briones Claudia, "A alteridade da Quarta >> << Mundial. Uma desconstrução antropológica da diferença ". Ediciones del Sol, Buenos Aires, 1988.

(5) Ver mais em Palermo Michelangelo ", mapuches, Pampas e os mercados coloniais". Em etnohistória, ed.














 

Um comentário:

  1. Traduzimos este documento via google, portanto, caso haja alguma dívida quanto ao teor do que aqui esta colocado,solicitamos que façam suas ressalvas, questionamentos, pois nossa intenção é de gerar visibilidade, ser leal, solidario com o que nos repassam e por todo nosso envolvimento na questão, diretamente e indiretamente. Att.Liana utinguassu

    ResponderExcluir